domingo, 22 de abril de 2018

ROBERTO GUTIÉRREZ: "APUNTO A TRANSMITIR VALORES A TRAVÉS DEL BOXEO"


El joven de Josefina enseña boxeo en el merendero “Sonrisas Gigantes” de barrio Acapulco, donde asegura que la transmisión de valores es fundamental para lograr un cambio en las vidas de jóvenes.
Roberto Gutiérrez impulsó un programa para enseñar boxeo de forma gratuita en barrio Acapulco. El proyecto tiene banca pero primero él decidió dar una mano en el merendero “Sonrisas Gigantes”. El ex boxeador intenta llegarle a los jóvenes y cambiar su conducta. “Quiero que sepan que se puede vivir de otra manera”, indicó.
Es la historia de un hombre común. La historia de un deportista que, aunque ya no suba al ring, continúa motivado por una pasión, sólo que esta vez con un objetivo solidario y educativo.
- ¿Cómo surge esta idea?
- Yo ya no entrenaba más, había abandonado el boxeo y mi señora me preguntaba por qué no iba aunque sea a moverme un poco y yo siempre le decía: “Si voy arranco de nuevo y me subo al ring”. Entonces un día me dijo: “¿Si no querés boxear más por qué no entrenás a los pibes? Armemos un proyecto, yo te ayudo”. Así empezamos a armar el proyecto para barrio Acapulco.
- ¿En qué consiste este programa?
- Se trata de armar un gimnasio completo de boxeo que sea gratuito, para que tenga acceso cualquier persona, sobre todo de barrio Acapulco, porque del barrio no salen afuera a practicar deportes y tampoco hay deportes para practicar ahí. Yo sé que es una zona complicada, que si vos armás el salón venís al otro día y no tenés nada, pero es así en todos lados y hoy en día tenés que cuidar todo.
“En Acapulco hay muchísima gente laburadora, que se levanta antes de que salga el sol a ganarse el pan de cada día, muchísima más gente de esa que de la otra y la gente habla siempre sin saber, a mí no me asusta el barrio, le meto para adelante con el proyecto. Sigo con el merendero pero a futuro lo que quiero es llegar al gimnasio gratuito”.

- ¿Cómo empieza este camino en el merendero?
- Gracias a mi nutricionista María Cecilia Altolaguirre, que estaba en el merendero. Me consultó si no me animaba a darles clases a los chicos aunque sea dos veces por semana para que puedan hacer otra actividad. Entonces le dije que sí, acepté enseguida.
- ¿Qué fue con lo primero que te encontraste?
- El vocabulario que tiene los chicos de 4 a 12 años, las palabras que usan y de los temas que hablan, y ese es el reto. Yo no me considero un ejemplo a seguir pero sé lo que es transmitir valores en el boxeo. El boxeo te obliga a adaptarte a ciertos valores, respeto, compañerismo, higiene, son cosas que hay chicos que no están acostumbrados a nada de eso, sobre todo respeto.
- ¿Cómo lo recibieron los chicos?
- La primera clase fue terrible, no me daban pelota, querían hacer la suya y me tomaban el pelo, pero los pude controlar porque les gusta, entonces les dije: “Si no se comportan miran la clase desde afuera”. Como les gusta entonces se tienen que portar bien. La segunda clase fue más suelta, los chicos ya sabían cómo trabajaba…
“Sacar a los chicos de la calle suena medio fuerte pero voy a tenerlos dos horas en un gimnasio de boxeo practicando, acostumbrándose a ciertos valores. Yo voy sin fines de lucro, yo no quiero ver plata en esto, muchos me dicen “vos estás loco”. Yo trabajo, mi mujer trabaja, nos alcanza para vivir y esto me hace bien”.

- Hubo una especie de revolución en el barrio con esto del boxeo, ¿cuántos chicos van?
- Tengo 17 chicos y el viernes pasado fueron como 25 chicos a preguntar, eso es lo que nosotros queremos, son chicos que van a estar una hora y media o dos conmigo entrenando, prestando atención y alejados de las cosas malas que pueden llegar a pasar en el barrio.
- ¿Cuál es el siguiente paso?
- El siguiente paso es remodelar el salón que nos brindó la comuna. Tuvimos una gran respuesta de la comuna de Josefina y de todo el mundo porque cuando empecé a comentar con mis compañeros de laburo, hasta con mi jefe, todos me decían “te felicito”. No hay que felicitar, felicitame el día de mañana cuando tengamos el gimnasio porque no va a ser mío, va a ser de la gente.
Su historia en primera persona
“Nací en Josefina, viví ahí y por circunstancias de la vida nos mudamos a Chascomús, cuando empiezo boxeo le puse la excusa a mi mamá que era para bajar de peso, al segundo mes ya tenía todos los estudios hechos para empezar a pelear”, contó.
“Estuve invicto en 15 peleas amateur, cuando nació mi hijo no peleé más, estaba que peleaba y que no, me preparaba así nomás hasta que un día perdí mal. En mi casa me dijeron: o te dedicás de lleno y te preparás bien o no peleés más porque acá los que sufrimos somos nosotros, eso fue un antes y un después”, aseguró Roberto.
“En 2016 pierdo, seguí entrenando y en 2017 estaba bien pero terminando la pretemporada tuve un accidente, iba en bici y me abrieron la puerta de un auto, caí y me fracturé el coxis, estuve todo el 2017 parado. Cuando volví me di cuenta que el cuerpo no me respondía como antes”, indicó.
“Quiero agradecer a todos los que apoyan el proyecto: la Comuna de Josefina, Sachs, U.O.M., Servigon, Mayti Hombre-Mujer, Pablo Coronel, Almada construcciones, Vinilo Club, Santos y Pecadores, Panadería Argentina e Ivan Pauleto”.

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