El periódico local "Día a Día" publicó hoy, en su versión digital, una nota de Verónica Suppo que, condensada, reproducimos a continuación.
Mariela Mora nos contó que nunca vio "Luna de Avellaneda", la película de Ricardo Darín, en la que varias familias se ponen tras la causa común de reabrir una entidad deportiva. Esta mujer de Villa Revol bien podría haber sido la protagonista de ese film porque transformó un galpón en un centro vecinal, el lugar de las actividades recreativas, junto con un grupo de vecinos.
Madre de tres hijos y estudiante de Trabajo Social, Mariela la tiene clara. Desde hace más de un año y medio se puso en mente reinaugurar ese galpón, volver a darle forma al centro vecinal y sacar a los chicos de la calle para atraerlos con actividades deportivas.
El sábado próximo festejarán el Día del Niño y necesitan “de todo” porque en estos meses Villa Revol no es la misma: desde pequeñitos hasta adultos concurren a los talleres, y el boxeo fue la excusa casi perfecta para sacar a los adolescentes de las esquinas, de la cerveza y la droga.
“Hemos logrado pintarlo todo al lugar. Restaurando la cancha de fútbol 5 adentro del salón, arreglados los baños. La escuelita de fútbol Villa Revol y el gimnasio de boxeo, con muchos chicos y chicas, hombres grandes. Fue un golazo para nosotros porque fue un enganche para ellos. No están en las esquinas, en las calles, donde había mucha marihuana, mucha chala”, nos contó Mariela, que junto con otros padres se puso no sólo con el tinglado gigante, sino que le metió el pecho a combatir la violencia y las drogas.
“Ahora los chicos vienen y entrenan, esto es lo mejor que nos pudo pasar. Además, se empezaron a dar cuenta que si fumaban, no rendían en los entrenamientos. Ya no están en las esquinas”, agregó la mujer. Y para retenerlos invitaron a varios boxeadores para que se enganchen también con la técnica.
En ese lugar se respira todavía a pintura fresca, a que el trabajo continúa en el centro vecinal, y que a los problemas sociales hay que “noquearlos” con más esfuerzo.
La muerte. La mayor prueba de fuego que pasó Villa Revol fue el 29 de abril de 2010, cuando Diego Peralta y su amigo venían de hacer alguna de las suyas. Habían nacido con la mochila de que “todo les costaba” y cuando se es humilde, mucho más. Dieguito, como lo llaman los pibes en esa zona, conoció cómo era vivir entre las drogas y los círculos viciosos en los que la muerte está latente.
A Diego la topó y se lo llevó a los 17. Venía en una moto, huyendo de alguna fechoría, cuando un policía les disparó. Cayó fusilado con un hueco en el pecho.
La tragedia los puso a los padres de Villa Revol de cara con la violencia y con una adolescencia que no espera. Finalmente, el efectivo quedó detenido. Pero las madres no se quedaron con ese dolor. Al año de la muerte de Diego (en abril de 2011) empezaron con la recuperación del galpón y las actividades deportivas. Y hace unas semanas lograron inaugurar una plaza, a metros del centro vecinal, con ayuda del municipio.
Mariela nos contó que entre todos en el barrio decidieron qué nombre ponerle a este espacio verde y surgió la idea: “Que lleve el nombre de Dieguito. Diego Peralta. Es el lugar de los chicos, ahí los vemos jugar. Me emociona cuando paso y la veo a la plaza llena de chicos”, nos contó Mariela.
El chico fallecido es hoy el símbolo adolescente en Villa Revol de una problemática social que los involucra a todos. Por eso, en cada actividad hay un mensaje oculto: “No queremos nunca más un Dieguito”.
Boxeo y clases. Los chicos y chicas fueron los primeros que se engancharon con las clases de boxeo. Fue la primera herramienta para sacarlos de las esquinas. Los padres trabajan desde hace más de año en la recuperación del galpón, donde funciona el centro vecinal Villa Revol y las actividades deportivas para pequeños y grandes. Los padres fueron claves en el proceso.