martes, 5 de junio de 2012

JUAN DOMINGO ROLDÁN: “Si no se cuida, al Chino Maidana se le está terminando la carrera” (parte 2)


La Página Web "Ring de Ideas" publicó una nota de Enrique Rodríguez a Juan Domingo Roldán, cuya Segunda Parte reproducimos a continuación.

- ¿Ves boxeo?
- De todo: nacional e internacional.
- ¿Existe una comparación posible para poner blanco sobre negro entre el boxeo de tu época y este a nivel nacional?
- “Maravilla” Martínez es el mejor de Argentina, lejos. “El Chino” Maidana era la mayor esperanza pero está haciendo macanas, de no entrenarse como se debe para un boxeador de su talla. Y creo que, pese a su juventud, si no se cuida, lamentablemente, se le está terminando la carrera.
- Pero Maidana sigue siendo campeón mundial y no llega a los 30 años….
- Sí, pero igual soy muy crítico de él. En mi época, yo me rompí el traste, dicho por el mismo Tito Lectoure, con lluvia, barro, mañana, tarde y noche, para ser campeón del mundo pero no lo logré porque tuve monstruos delante de mí, a quienes desafié en el patio de su casa. Y con las condiciones que algunos tienen, hasta combatiendo en ocasiones frente a su público y al periodismo muchas veces, dejan pasar la oportunidad.
- ¿Hay algunos más que merezcan tu confianza?
- Sí: Lucas Matthysse tiene mucha pasta, pero hasta ahora no estuvo bien manejado y le dio la posibilidad a Judah y, sobre todo, a Alexander a que se repusieran. Pero todavía confío en él porque tiene boxeo y pegada.
- ¿Y de los que vienen surgiendo?
- Me gusta Javier Maciel. Pero hay que hacerlo pelear con los mejores…Mirá, yo no quería pelear con el “Flaco” Juan Carlos Peralta porque tenía que hacer los diez rounds, ya que era innoqueable, me metía los codos, y yo me destrozaba las manos de pegarle. Pero, a la larga, eran los mejores rivales: el boxeador debe saber sufrir.
- ¿Y por qué ahora no es igual?
- Llegar ahora es más fácil, pero no tienen el verdadero roce que los foguee. Se crearon esos títulos latinos que van a un cementerio a buscar “muertos” para que te enfrenten. Y nunca peleás con los buenos. Acá venden “paquetes” con carreras infladas, sin roce. Por ahí tienen 20 ganadas y, por ejemplo, 18 K.O., pero ¿contra quién?; ¿cómo se comportarán cuando peguen y el rival no se caiga después del 8º round?
- Además, ¿no llegan demasiado rápido a pelear por un título mundial?
- Sí. Antes de pelear con Hagler hice casi 60 peleas. Primero fui campeón argentino, después, sudamericano y, más adelante, siendo 1º en el ranking mundial me trajo a Ray "Sugar" Phillips, y más adelante, prácticamente, combatí con todos los que me seguían en el escalafón y que podían tranquilamente ser campeones del mundo. Le gané a todo lo que se me puso adelante y recién tuve mi oportunidad mundialista.
- ¿Cuánto tiene que ver lo psicológico en la carrera de un boxeador?
- Cuando te caés de la cabeza, te caés de todo. Yo tuve problemas personales cuando fui a pelear con Tommy Hearns y le puse la cara a quien no se la tenía que poner: la puse cuando la tenía que sacar.
- Lo que interpretás que le pasa a Maidana, ¿tiene que ver con la falta de profesionalismo y/o con la ausencia de maestros que guíen a los boxeadores con condiciones?
- Ahí quería llegar: antes, nosotros nacíamos y moríamos con un entrenador. Ahora, primero está Pedro, después viene Juan, más tarde Paco….Ningún técnico entrena igual, por lo que si se la pasan cambiando diez veces, diez veces hay que empezar de cero. Hoy te enseñan una cosa, mañana, otra y pasado, otra distinta. Así, a la vuelta del camino, te confundís con tantas órdenes distintas y no hacés ni una cosa ni otra. Hoy no existen los grandes técnicos. Estuve con Don Amilcar Brusa desde los 16 hasta los 19 años. Y él, él mismo, además de enseñarme la técnica como ninguno, me hacía conocer lo que me iban a hacer arriba de un ring fuera de lo legal: todos los días, con dos metros de altura, me forcejeaba, me ponía los brazos, me empujaba, bloqueaba, me avivaba en eso de pisar y pegar inmediatamente una piña, el dedazo en un ojo. Esas cosas, muchas veces definen una pelea porque el árbitro no las puede ver.
- ¿Y por qué no seguiste con él?
- Es que después me perjudicó la pelea de Lectoure con Brusa por Monzón. Pero lo que me enseñó Brusa no lo vi nunca más.
- No fuiste campeón mundial, pero ¿sentís el reconocimiento como si lo hubieras sido?
- ¡Sí, sí! Fijate que en Freyre me están haciendo un monumento de mi tamaño natural, 1,72 metros de alto. Esa gente que lo hace no tiene nada que ver conmigo, ya que la mayoría de ellos no me vio pelear y que lo hace por los padres que le inculcaron todo lo que emparenta mi nombre con Freyre en todo el país. La gente me hace sentir campeón.
- ¿Qué te genera ser reconocido de esta manera por tu gente?
- Estoy feliz y muy satisfecho porque con esta estatua, creo que se termina de cerrar un círculo de mi vida. Tengo un libro “Destino y Honor”, y recuperé a mis hijas, luego de veinte años tras haberme divorciado. En mi vida hice muchas macanas pero, día a día, la gente que me rodea sabe que siempre le quise hacer mucho bien a mi pueblo y por el boxeo.
- ¿Todavía hay gente que te palmea la espalda buscando algún favor?
- Ya no. Aprendí a pasar la zaranda y dejar atrás los “amigos del campeón” y quedarme con los verdaderos amigos. Y en estos dos que nombro ahora encarno al resto de los que saben que lo son: mi D.T. Jorge Lovera y Juan Carlos Pastore, el intendente de una ciudad como Frontera que me adoptó como propio y a la que quiero con todo mi corazón.
- ¿Qué te dejó el boxeo después del boxeo?
- Soy un agradecido al boxeo porque además de ser un gratísimo recuerdo fue un deporte que me dio un buen pasar económico, me puso en regla, me hizo conocer los límites, el esfuerzo y el respeto hacia el rival. Estoy en paz con mi conciencia. Definitivamente, el boxeo me enseñó a vivir.