El cubano Sarbelio Fuentes desarrolla su segundo ciclo en nuestro país con la convicción de obtener medallas para los amateurs; apunta a Guadalajara y Londres. En su edición del día de la fecha el matutino "La Nación" publicó la nota de Gastón Saiz
que adjuntamos a continuación.
La noche en que Sarbelio Fuentes visitó el camarín que había usado Carlos Monzón en el Luna Park lo recorrió un escalofrío. Fue durante una de las tantas defensas de Omar Narváez. "Sentí una rara mezcla de agitación interna y alegría." Sarbelio, cubano hasta la médula, es un profundo admirador del boxeo argentino. Pero ese idilio no termina allí, sino que a los 69 años le pone el cuerpo y la pasión a la actividad para darle mayor lustre.
Es el segundo período de este sabio del ring en la Argentina. Su primera gestión como entrenador del seleccionado amateur abarcó de 1995 a 2001, en la que los títulos y las medallas brotaron de los guantes de Omar Narváez, Pablo Chacón, Hugo Garay, Mariano Carrera, Israel Pérez y Walter Crucce, entre otras figuras que surgieron. Fue un suceso amateur sin precedente, hasta que Fuentes atendió el llamado de su patria y volvió a la isla. Sin embargo, el romance con nuestro país se mantuvo vivo a la distancia y siempre se esperanzó con regresar.
Emprendió la vuelta hace dos años y, desde el momento en que arrancó su segundo ciclo, siempre bajo el típico tufillo del gimnasio del Cenard, les apuntó a las dos estaciones más bravas: los Panamericanos y los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
"Aquí me siento como en mi patria. Tengo una buena aceptación del pueblo en general, con mi esposa lo notamos en los restaurantes; estoy feliz. Trato de contribuir con mis conocimientos", revela Sarbelio, que guió ya a seis pugilistas hacia la clasificación para Guadalajara: Junior Zárate (48 kg), Alberto Melián (56 kg), Brian Castaño (64 kg), Yamil Peralta (91 kg), Fabián Maidana (64 kg) y la chaqueña Paola Benavides (51 kg). La próxima eliminatoria para sumar más representantes será el 1° de julio, en Panamá.
"Vamos avanzando poco a poco, es lento. Hay que tener paciencia", calma Sarbelio, lejos de marearse con los triunfos del pasado. Igual se plantea objetivos altos, como los que jerarquizaron su carrera como entrenador. "Estamos trabajando para buscar las medallas que sentimos necesarias: una en el Mundial, otra panamericana y la tercera en los Juegos Olímpicos. Si ganamos una medalla en cada uno de los torneos cumpliremos nuestra ambición. Pero claro que sueño con la dorada en Londres 2012". Sin embargo, el escenario propone una dura lucha, ya desde el nivel continental: "Tenemos muchos países en el área que se nos han ido para arriba, como Brasil y Colombia, naciones que nosotros dominábamos en el boxeo hasta hace unos años. Lo que debemos hacer es seguir ampliando la base, todavía nos falta. Por lo pronto, ninguno de los chicos se hará profesional hasta después de Londres", aclara, para aplacar esa suerte de flagelo del boxeo amateur que es el salto apresurado al profesionalismo.
Los brazos de los pupilos se entrelazan en un intercambio de golpes sin pausa. Sarbelio sigue cada duelo en el Cenard a centímetros, con visión docente. No vuela una mosca, prevalecen la concentración y el fragor del choque de los puños. "Estoy convencido de que la única forma de paliar cualquier carencia económica o falta de presupuesto en esta actividad es trabajando. Día feriado, día que llueva. los muchachos deben estar ahí cumpliendo y sin quejas. Por suerte nunca tuve ninguna."
Para Fuentes, incluso, no todo consiste en la fiereza de los golpes o los cuerpos en movimiento. "También hay otros valores: la educación de los muchachos. Les intentamos inculcar la superación cultural y ellos participan en las clases teóricas de técnica. Luego hacen su exposición y se les da tarea para que vayan informándose y entendiendo cómo son las cosas. Algunos, incluso, actúan como árbitros. Cuatro de ellos participan del curso que se dicta en la Federación de Boxeo. Esos conocimientos les sirven para ellos mismos y para que se los transmitan a su barrio, a su gimnasio".
En 2000, durante su primera gestión con el seleccionado amateur argentino, Sarbelio ya confesaba una de sus convicciones más profundas: "Nunca me voy a jubilar del boxeo". Once años después mantiene esa luminosidad en el rostro para la enseñanza y para fomentar la unión grupal: "Hay un respeto mayúsculo entre los varones y nuestras boxeadoras. Ellas son realmente merecedoras de un estímulo también, porque nos ayudan en el trabajo. De hecho, Yésica Bopp, que para mí es la mejor boxeadora del mundo, suele colaborar en el gimnasio. Aquí hay una sola familia y un comportamiento".
Afín al régimen castrista, la única deuda doméstica de Fuentes es su afición al mate: "Si logramos la medalla dorada en Londres me comprometí con los muchachos del equipo a cumplir la vieja promesa de tomar mate. Algo que, pese a los años que estuve en la Argentina, nunca hice". En el gimnasio ya le tomaron el juramento.
MARAVILLA MARTÍNEZ, EL ELEGIDO
Entre su largo registro de boxeadores argentinos, Fuentes se inclina por Sergio "Maravilla" Martínez, campeón emérito de los medianos del Consejo Mundial de Boxeo (C.M.B.). "Es el mejor exponente nacional de las últimas décadas. Es un pugilista de una técnica sorprendente y de una capacidad física elogiable por sus 36 años. Está entre los mejores del mundo", subraya.