El sitio web "LA NUEVA MAÑANA" publicó la nota de Federico Jelic a Franco Jaime que reproducimos a continuación (Foto del mismo medio).
A Franco Jaime lo apodan “Risa”. Simplemente porque se ríe en el cuadrilátero durante las peleas, esquivando trompadas, como burlándose del destino que no se la hizo fácil en ningún sentido. “Yo me divierto subiendo al ring en cada combate, después de lo que tuve que vivir no le tengo miedo a nada ni a nadie”, comenta con cierto dejo de superación, pero sin dejar la inocencia de un joven de 23 años que tiene sueños profesionales en el mundo del boxeo. Franco Jaime muestra también un costado sensible y humano, por su experiencia en el pasado en un cortadero de ladrillo para alimentar a su familia con apenas nueve años.
Padre de dos hijos y con el tercero en la dulce espera, el “Risa” tendrá este sábado su segunda pelea como profesional, después de que diera el salto el año pasado, con el patrocinio de “Bienestar Salud”, entidad que lo apadrinó después de que se hiciera pública su situación como ladrillero y los sacrificios que realiza para entrenar en el gimnasio Argüello Juniors, su segunda casa.
“Yo estoy viviendo este momento con mucha ilusión, en el mundo del boxeo o acertás o retrocedés más todavía. No es cuestión de largarse y después dejar de pelear porque no te gusta o algo te cae mal. Hay que ir a fondo. Tengo la suerte de hoy poder vivir de esta actividad, con el apoyo de esta gente que se fijó en mí y me acompaña en cada paso. Lo hago por mi familia, que es mi refugio. Entreno dos veces por día junto al “profe” Luis Olivero. Es un gran esfuerzo pero todo vale la pena”, empieza a relatar su historia el “Risa”, con emociones que aceleran sus palabras, como alguien que disfruta lo que está escuchando.
Nacido en barrio “Los cortaderos” (valga la redundancia), cercano a Los Boulevares, Jaime se inició en el boxeo a los 16 años. Fue campeón amateur provincial, y ahora compite en la Categoría Súper Pluma. En su debut, batió a Germán Rueda y este sábado en Carlos Paz se medirá ante Lucas “Araña” Pereyra.
“Yo no sabía hacer otra cosa que ayudar en el cortadero de ladrillos. Me tocaba acompañar a mi viejo, apilando ladrillos, poniendo leñas al horno, cargando la carretilla, con lo que hacía falta. Es toda una vida ahí. El boxeo es lo único que tengo la verdad y por eso lo voy a cuidar como si fuera oro. Tuve que dejar el colegio en quinto grado, no me pude preparar como hubiera deseado pero ahora que tengo esta chance no la quiero desaprovechar”, explica Jaime, consciente de lo que tiene en juego.
Sus condiciones laborales cambiaron. Ahora puede dedicarse de lleno a su vocación pugilista y no combina más los esfuerzos con el trabajo y el deporte que siempre terminan haciendo mella en el cuerpo. “Salía del cortadero y mientras otros comenzaban a entrenar con los guantes, yo me dormía sentado. Cerraba los ojos y me tenían que despertar (risas). Pero una vez en acción me entraba una energía tremenda, siempre estuve seguro de que el boxeo era lo que más me gustaba. El tema es que trabajar 12 horas y después ir entrenar es muy pesado, no todos se la bancan”, recuerda el “Risa”, mientras ahora disfruta las mieles de una mejor contención. Y después de cada oración, muestra gratitud hacia quienes apostaron por él.
“Este sábado van a ir todos mis amigos, tengo una gran hinchada: familia, compañeros del cortadero, los del barrio…Encima la pelea es televisada, es una gran chance pero no pierdo de vista que el camino está empezando recién y tengo que demostrar lo que soy capaz. Estoy ilusionado”, subrayó el “Risa”, que cuenta desafiante que nunca fue noqueado en su incipiente trayectoria. “No me gusta hablar de mis virtudes, yo me considero un “aguantador”, en 60 peleas como amateur nunca me tiraron a la lona. Espero continuar por esa senda y seguir viviendo del boxeo”.
La vida y sus vicisitudes no pudieron noquear al “Risa”. Sigue de pie a pesar de los golpes. Ahora, fiel a su estilo de “aguantador” como cuando transpiraba en el cortadero de ladrillos, busca seguir haciendo su camino, con el objeto de levantar su nombre en el universo boxístico.