El matutino local DÍA A DÍA publicó la nota de Matías Candoli a Dayana Sánchez y Alan Luques Castillo que reproducimos a continuación (Foto de la misma fuente).
Una pareja tiene miles de formas de conocerse. Encuentros casuales, alguien que le presenta un amigo a una amiga y viceversa, un cruce en un boliche o en el baile. Y miles de etcéteras en anécdotas de enamorados.
Pero, muy pocas se conocen a los “golpes”, sobre un ring. Y este es el caso de Dayana Sánchez y Alan Luques Castillo que son novios desde hace casi 10 años y, en el ring del gimnasio, tuvieron un primer encuentro cara a cara, en un “guanteo”. Los dos son boxeadores. Y, a su modo, cuentan su historia de amor “entre piñas”.
“Me recibió a las trompadas cuando empecé. Ella ya tenía peleas amateurs cuando fui al gimnasio. Yo iba con intención de pelear, de hacer carrera. En unos momentos nos tuvieron que cruzar haciendo ‘guanteo’. Al principio se abusó un poco (risas). Era obvio que era muy superior a mí. Así que el recibimiento fue a las piñas”, contó Alan, con una sonrisa cómplice.
Y Dayana agregó al instante: “Era nuevo, me veía más canchera a comparación de los chicos que recién empezaban. Sabía un poco más y, a la hora de hacer el guanteo, pobrecito...”.
Y él la interrumpe haciendo el primer chiste: “Se quiso abusar, me pegaba a propósito. Ella sabía lo que le esperaba después, je je”.
Ella es categoría ligeros (60 kilos) y es amateur. Es integrante de la selección nacional. Él es profesional en supergallo (55 kilos). Cuando se conocieron, Alan tenía 15 años y Dayana, 14. Fue en el gimnasio Rafael Núñez ubicado en Alem al 500, donde todavía entrenan. Casi una década después, ambos siguen sus carreras en el boxeo. Pero, a la historia le faltaba la concreción. “Ella me gustaba pero nunca pensé en poder tener algo. Sólo pensaba en el boxeo. Cuando nos pusimos de novios, yo tenía 16 y ella 15. Tardó un año después de conocerla”, dijo Alan.
Y ella agrega: “Fue algo que se dio en el gimnasio, hablando, compartiendo”. Y entre guante va, guante viene. Entre pegarle a la bolsa, saltar la cuerda, ejercicios de defensa, fue naciendo el amor.
“Éramos chicos y teníamos la cabeza puesta en lo que era el deporte, otras cosas. Era distinto y lo otro se fue dando mientras pasaba el tiempo”, cuenta Dayana formalmente. Pero, Alan siguiendo su tono humorístico y con mirada de galán, agregó: “La conquisté, la enamoré. En todo caso primero me enamoró ella a mí sino no hubiera tenido la intención de enamorarla”.
Hace tres años que Dayana y Alan conviven en barrio Juan Pablo Segundo y desde esa casita alimentan su gran sueño. Ella tuvo su gran momento en los Panamericanos de Toronto donde fue medalla de plata y en el Mundial que se hace en mayo aspira a clasificarse a los Juegos Olímpicos de Río 2016. Él quiere ganarse un lugar en la escena pugilística nacional. Tiene 20 peleas, 16 ganadas y cuatro perdidas.
“Para el año que viene quiero clasificar a Río 2016 y también terminar el colegio. Estoy en el programa Formando en el Ring donde nos ayudan a terminar el secundario y sería muy bueno”, cuenta ella.
Y Alan se pone serio cuando habla de sus metas. “Quiero levantar y poder hacer peleas a nivel nacional y, si se puede, poder viajar al exterior”, son los objetivos.
La vida sigue, en la lucha. Mientras ambos están enfocados al boxeo, la vida de pareja se vive a cada instante. Ambos confiesan su amor y le ponen un poco de humor cuando hablan de la convivencia. Y vuelve a darse el punteo entre los dos. “Me sorprendo de tanto aguante que tengo”, dice ella. Y ahí nomás reacciona Alan contestando rápido: “Se hace la santa, pero no es ninguna santa, ja ja”.
Y agrega, como para tratar de arreglarla: “Nos amamos. Desde chicos hasta ahora tuvimos nuestras idas y vueltas también. Uno crece y va teniendo discusiones, peleas. También nos hemos separado pero seguimos con planes buenos. No estamos viendo qué pasa. Seguimos planeando un futuro juntos. El amor que nos tenemos es fuerte”. Ambos coinciden en que todavía son jóvenes para tener hijos y que prefieren, por ahora, enfocarse en sus carreras.
El caballero y la dama. Arriba del ring, en el guanteo que les propone Día a Día para hacer algunas fotos, vuelven los chistes. Antes de subirse, como un caballero, Alan le baja las cuerdas para que Dayana pueda ingresar pero, con los guantes puestos, ambos se transforman. Piña va, piña viene.
Chistes de Alan para ella y ella le contesta ruborizada. Los muchachos del gimnasio lo cargan porque ella lo arrincona y le tira varios golpes pero, en la pelea informal terminan abrazados y besándose. Se nota el amor.
“Todos me dicen: tu novia es boxeadora, te debe pegar, ja. Creen que es mala. Como persona es un amor. Es muy cariñosa, tierna. Es al revés de lo que piensa”, cuenta Alan cuando describe a su novia.
Y ella le retruca: “Es pésimo, ja ja. Dentro de todo, se hace querer. Tiene su humor, a veces negro. Pero, tiene su buena onda. Es sumamente especial como él solo. Es una muy buena persona y se hace querer. Lo quiero mucho”.
Las piñas, sólo en el ring. En esta pareja de boxeadores hay algo que ambos dejaron en claro y fue el mensaje sobre violencia de género. Alan Luques Castillo, en la nota, estaba vestido con una remera alusiva al tema y fue el primero en manifestarse.
“A los boxeadores siempre nos ven como violentos pero hay que tener en cuenta que esto es un deporte. Nosotros somos novios y nunca nos levantamos las manos abajo del ring y mirá que discutimos mucho, eh?”, dijo Alan.
Y Dayana ratificó. “Estamos en contra de la violencia. Las diferencias se solucionan hablando. A las piñas hay que dejarlas para cuando uno va a pelear en nuestra carrera deportiva”.
Y el mensaje final de ambos fue: “El boxeo es un deporte de contacto. Sabemos que hay abuso de violencia de género en muchos lados y estamos en contra de cualquier tipo de violencia”.