El diario "El Puntal" de Río Cuarto publicó en su edición de hoy una nota a Alejandra "Locomotora" Oliveras (quien tendría una pelea mundialista el 12 de agosto en Río Cuarto, según Mario Arano), la que reproducimos a continuación.
“Yo era la movilera de la radio de Alejando Roca, y leí en el diario que -Mike- Tyson había salido de la cárcel, y dije al aire 'cómo me gustaría pelear como él, subirme a un ring y agarrarme a trompadas con alguien'. Me escuchó un ex boxeador y me dijo 'yo te hago pelear'. Armó un festival y a los veinte días estaba boxeando, sin tener idea de nada, nunca había entrenado. Colgaron una bolsa en el club y yo le pegaba de cualquier forma”, dice entre risas, al recordar sus comienzos en el mundo pugilístico, Alejandra “Locomotora” Oliveras, la mujer de la categoría Superpluma que el viernes por la noche noqueó a su rival brasileña Alicia “La Potra” Alegre y sueña con la gloria de volver a ser campeona de mundo.
Es la cuarta de siete hermanos. Nació en Jujuy, pero se crió en la vecina localidad de Alejandro. Fue mamá a los 15 años, tiene dos hijos adolescentes, con cuyos padres se separó. Terminó el secundario de noche y hasta llegó a ser la abanderada. Vendió pasteles, alfajores, quiniela y ropas por la calle. Y ahora lucha a toda costa para que el boxeo por fin cambie su vida y la de su familia.
Pocas horas antes del combate que la tuvo como protagonista en el gimnasio del Club Estudiantes, en el Grand Hotel, sólo con una calza y un buzo que tapaba todos sus atributos femeninos, la “Locomotora” bajó de su habitación bien arreglada, los ojos sombreados con dos tonos de marrón, delineados en negro y los labios apenas pintados con un color rosa claro, y habló con PUNTAL de su infancia, su sacrificada vida y sus sueños de grandeza.
- ¿Y cómo le fue en esa primera pelea?
- Gané… fue una gran pelea, con una chica dura, también del pueblo, una chica que peleaba en la calle… Y todo el mundo hacía apuestas, fue algo lindo y muy grande para el pueblo, se llenó. Peleamos a diez rounds. Emocionante, se hizo en la Sociedad Italiana.
- ¿Cuánto tiempo pasó hasta boxear con licencia?
- Dos años. Empecé a estudiar para ser instructora de aeróbic. De ahí no paré más. Y mi debut fue en Río Cuarto en 2003, algo muy especial. Esa noche peleó “Chapita” Gutiérrez. Fue en el Central Argentino y gané por nocaut. Fui tres años amateur.
“Me siento local, porque mis comienzos fueron acá. Mi primera pelea con licencia. Y acá estudié el instructorado en aeróbica y en aerobox, tuve mi gimnasio y mis alumnos”, puntualizó verborrágica esta mujer que en 2007 sorprendió en Río Cuarto cuando a la hora del pesaje apareció con sus senos y gran parte del cuerpo apenas rodeados por una banda celeste y blanca pintada en la piel. “Fue en una defensa del título mundial y con la bandera representé a mi país muy bien… muy lindo estuvo el body painting, fue algo histórico, la primera vez que una mujer boxeadora posó de esa manera”, señala.
- Además de calzarse los guantes y enfrentar aguerridas peleas, ¿le gusta sacarse la ropa y mostrarse como mujer?
- Sí, por supuesto. No dejo de ser femenina. En mi cartera siempre tengo brillos, sombras, maquillaje… pero ahora sólo vine a pelear, así que no traje nada de todo lo que suelo ponerme para verme como me gusta. El box y el entrenamiento que requiere es lo que más esculpe el cuerpo de una mujer. Trabaja mucho la cintura, levanta la cola, fortalece los brazos.
- ¿Cómo era antes de subirse a un ring?
- Yo era mamá y ama de casa, bastante gordita, casada, no hacía deportes y mi vida era aburrida (risas…).
- ¿Por qué la llaman “Locomotora”?
- Me pusieron locomotora porque yo voy para adelante, siempre al frente, no retrocedo. Y fue la gente la que lo impuso, se decía: “Esta mujer parece un tren, una locomotora”, y así me quedó el apodo.
- ¿Cambió su vida a partir de la primera pelea profesional, en 2005, y después con el título del mundo, en 2006?
- Enormemente. Pasé a ser conocida. Fue muy fuerte convertirme en campeona mundial. Un orgullo muy grande haberle ganado a la campeona en su casa, yo fui a México y le gané por nocaut, en Tijuana. Algo que ninguna argentina ha hecho. Hay muchas campeonas, pero ninguna fue afuera y ganó a la campeona mundial. Me cambió mucho la vida, porque comenzaron a darme espacio los medios de comunicación y así me conoció el país. La gente me da mucho cariño, por la calle me tira buena onda, siento que me aprecia. Y eso es algo que se lleva para siempre, no tiene precio. Es uno de los alimentos necesarios a la hora de enfrentar el desafío ante cada rival.
- ¿Qué se siente cuando falta tan poco para subir al ring?
- Muchos nervios, adrenalina, ansiedad y ganas de que suene la campana. Eso es siempre así. Cada vez es más la adrenalina que se siente. Y eso es algo que se sufre y se disfruta (risas…) y por eso es tan raro este deporte. Por eso es tan único.
- ¿Le da miedo?
- Siempre. El boxeador que dice que no tiene miedo es mentira. La pelea más difícil para mí fue la revancha con la mejicana -Jackie “La Princesa Azteca” Nava-, a la que le gané el título; me cerró un ojo en el segundo round, recibí muchos golpes porque no la veía, fue una pelea muy dura, que gané por corazón y huevo…
“Todavía el boxeo no me dio lo que merezco”
La “Locomotora” nació en El Carmen, un pueblito de Jujuy, pero se siente cordobesa. Una musculosa de 33 años y 57,3 kilos, que desató la euforia de los más de 1.600 espectadores que vivaron cada piña propinada sobre el cuadrilátero de Estudiantes.
- ¿En qué la va a cambiar volver a tener ese ansiado cinturón?
- Lo primero es que voy a recuperar lo que es mío, lo que me pertenece. Y, lo segundo, la parte económica, que es lo que estoy buscando. Todavía el boxeo no me dio lo que merezco.
- ¿Vive de este deporte?
- No. Lamentablemente, acá el boxeador gana muy poco. Si no está la ayuda de los sponsors no se puede. Me dan una beca por mes y con eso me las arreglo. Con lo que cobrás en una pelea no te alcanza ni para pagar un alquiler. Un profesional empieza ganando cien pesos por round, no es nada. Siendo campeona ya van a ser otras las cifras.
- Y para más adelante, ¿qué espera?
- Sueño con conocer el mundo, me gustaría viajar y conocer todos los spas (risas…). Quiero vivir en el campo, en una casa grande, con árboles y flores y al lado de un hombre, sola no, le tengo miedo a la soledad. Y después de ser boxeadora, me gustaría hacer películas, siempre soñé con la televisión, con el cine, de chiquita decía que sería actriz. Me gustaría ser la mujer Rocky.
- ¿Ya probó con la televisión, en el Bailando de Tinelli?
- Sí, pero ahí no quiero ir más, porque no es mi mundo, mucha frivolidad, es un show y no me siento cómoda.
Ella se crió en Alejandro, donde su familia se fue a vivir cuando tenía un año y medio. Su papá fue camionero y sus hermanos también trabajan en lo mismo. Y su mamá vendía ropas y artículos de plástico. Tiene cuatro hermanos varones y dos mujeres. Y el nombre de los siete empieza con 'Mar'. “Somos los siete mares”, dice. Y enumera: “Marcelo, Martín, Mariano, Marcos, María Dolores, Marina y María Sol. Eso es de mi papá, que es muy ocurrente (risas…)”.
Y agrega: “Lo más lindo que recuerdo de la infancia son las vacaciones, en las que mi papá nos hacía subir a los cerros. Cuando me enseñó a nadar, me ató con unas cadenas a un tambor plástico y me tiró al agua. Una locura, yo tenía seis años. También nos enseñó a atrapar víboras, a no tenerle miedo a la naturaleza y a hacer asados. Recuerdo que estaba la familia siempre junta, salíamos abrazados a caminar y a la hora de comer éramos un montón”.
Continúa: “En mi vida he hecho un poco de todo… vendía pastelitos y alfajores, trabajé en radio, vendí quiniela, estuve en un centro de transporte como secretaria, cuando mi hijo mayor era chiquito necesitaba dinero y salí a la calle a vender ropas… y después me dediqué a la gimnasia. Actualmente doy clases en el gimnasio de Amílcar Brusa -su entrenador- hasta las 21.30.
- ¿Una rutina pesada?
- Sí, pero hermosa. Empiezo a las seis y media, a las 7 me pasa a buscar mi preparador físico -Alejo Rodríguez-, para hacer la parte física, velocidad, respiración, resistencia, eso es una hora y media. Hacemos diferentes trabajos, una vez es velocidad, otra fondo, son diez kilómetros. Es duro el entrenamiento. Largo temprano, a pesar de que me encanta dormir por la mañana. Desayuno cuando vuelvo, me acuesto un ratito, no almuerzo, y desde las 13.30 a las 16 hago la parte de boxeo, todo lo que es soga, bolsa, guanteo, manopla. Después hago una comida, para a las 19 dar clases de aerobox o hago la parte de velocidad, de potencia. Y después ceno bien. Los domingos aprovecho para ir al cine, que me encanta. Yo estoy en Santa Fe y mis hijos en Córdoba, desde hace un año a cargo de una de mis hermanas. Hago un esfuerzo muy grande, vivo en la casa de Brusa para poder prepararme.
Intimidad salvaje
Alejandra Oliveras confiesa que en la intimidad también es una locomotora. “Soy muy salvaje, me sale el instinto animal de adentro”, dice.
- ¿Hubo muchos hombres en su vida?
- No… no tantos. Ahora, menos que nunca (risas…), es que me dedico al deporte y no tengo tiempo para nada, no puedo tener una pareja. Estoy ligada al entrenamiento y a mi sueño de ser campeona otra vez y me dedico solamente a eso, este es el momento justo.
- ¿Cómo es en el amor?
- Muy fiel y fogosa. No me gana nadie. Lo mío es la furia y la pasión. Creo que de mí lo que más les gusta a los hombres es la agresividad, lo salvaje, el animal que tenemos adentro los boxeadores, y eso sale en la cama y seduce. Desde que empecé con este deporte, hacer el amor se me volvió indispensable, aunque ahora estoy haciendo el esfuerzo para estar sola y nada más centrarme en el entrenamiento.
- A la hora de coquetear, ¿qué ropa prefiere?
- Toda brillosa, me encantan los escotes, los tacos bien altos, todo ajustado, la ropa de cuero, los colores fuertes, todas las extravagancias…
- ¿Fue mamá muy jovencita?
- Sí, a los 15. Tengo dos hijos varones: el mayor, Carlos, tiene 17, y el más chiquito, Alexis, tiene 13. Me enamoré a los 14 y quedé embarazada. Era muy poco el conocimiento que tenía sobre el sexo, mi mamá era muy cerrada con eso y yo era una niña. Por el embarazo dejé el colegio, en el segundo año… fue una lástima, pero después terminé el secundario en el colegio nocturno de Oncativo y hasta fui la abanderada.
- ¿Qué pasó con los padres de sus hijos?
- Con el primero me separé, después de convivir dos años. Luego conocí al papá de mi segundo hijo, con quien me casé y también me separé a los cinco años.
- ¿No ha tenido suerte en el amor?
- De cada hombre que he tenido, he estado muy enamorada. He pasado muy malos momentos, pero recuerdo todo lo bueno. Estoy contenta con mis dos hijos, son mis diamantes, mi locura, vivo para ellos. No es que no tuve suerte en el amor, esos hombres no eran para mí y yo no era para ellos.