lunes, 2 de octubre de 2017

ROBERTO PETRINI: “Arriba del Ring Tenés que Poner el Corazón; Ahí Sos Vos, No el Otro”


El sitio web de Alta Gracia “RESUMEN DE LA REGIÓN” publicó la nota a Roberto Petrini que reproducimos a continuación.

El periodismo tiene cosas que a uno le hacen querer aún más la ciudad en la que vive. Ir a otro lugar del país, hablar de boxeo con algún colega, y que te digan: “¡ah, pero vos sos de Alta Gracia, la tierra del Gringo Petrini!”, es como que te llena de orgullo. Y así es, porque durante varios años, nuestra ciudad estuvo en el mapa del boxeo nacional gracias a pugilistas que nacieron de las enseñanzas del Gringo.
Uno, hoy lo ve caminar con paso lento, tal vez no lo tenga tan en cuenta porque “vive acá a la vuelta”. Pero Roberto Petrini ha sido y es un referente del boxeo argentino en cuanto a entrenador, a formador de pugilistas. Con mentalidad de otros tiempos, tal vez. Con sueños inconclusos, seguro. Pero con el amor puesto en cada segundo de su vida dedicado al boxeo. Y fueron unos cuantos, por cierto.
DESDE LA CUNA
Roberto Petrini nació en 1937, empezó a pelear a los 14 años. Hoy, al verlo, pocos pueden creer que en su época de púgil, sus 23 peleas las hizo en peso Mosca. “Con el boxeo me hice grande, crecí físicamente a través de la gimnasia del boxeo”, supo contar alguna vez.
Discípulo de Domingo Archino y Mario Britos, se crió concurriendo a las veladas que se hacían en el Club Vélez Sarsfield (donde ahora ha dependencias municipales, ex Bingo). Pero la vida quiso que tuviera que viajar a Buenos Aires, y vivir a pocas cuadras de Luna Park. Y allí, ese boxeador en ciernes fue haciéndose a la idea que lo suyo era el box, pero enseñando a pibes lo que él había aprendido en los ginmasios y en tantas veladas del Luna. Fue así que a su regreso de la capital, decide junto a Domingo Repossi instalar un gimnasio y enseñar boxeo en Alta Gracia. Luego, cada uno seguiría por su lado y Petrini empezaría a escribir su propia gran historia.
EL “CUCHETA BOXING CLUB”
Carpintero de profesión, maestro de alma, Petrini instaló su gimnasio en los fondos de su carpintería, allá donde la calle Reconquista casi se pisa con Falucho. Repartía su tiempo entre los muebles, el aserrín, y los muchachos que buscaban en el boxeo una tabla de salvación para sus necesidades. Así nació el “Cucheta Boxing Club”, que sirvió de cuna para una enorme camada de boxeadores que pusieron a Alta Gracia en lo más alto del pugilismo provincial, nacional e internacional. “Ahí entrenaron todos. Hasta Falucho Laciar entrenó ahí, porque Carlos (Cortés) era sparring de Laciar. Tengo el orgullo de haber formado parte del rincón de Laciar en tres títulos del mundo. Alberto, Carlitos, Marín y muchos otros nacieron del Cucheta”, cuenta Roberto, con un orgullo absolutamente válido.
Y fue así, nomás. Entre los pupilos que tuvo se cuentan a Juan Carlos Cortes, Alberto Cortes, Osvaldo, el “Pato” Ervidia, Robertito Morán, Marín, Mario Paz, Daniel Murúa en sus última etapa, “Coco” Jaime y tantos otros. A la hora de hablar de “sus” muchachos, Roberto siempre se detuvo a definirlos con palabra simples y a la vez contundentes. Así, Carlitos Cortés fue “un fenómeno. Fue extraordinario. Peleó cuatro veces con Ballas. Era un tipo que a partir de su físico era superior a todo. Era mosca pero era alto, complicado, difícil y le sumaba una técnica tremenda”.
Al hablar de Alberto Cortes, tampoco le va en zaga: “era un noqueador nato, con una puntería tremenda. Además, era ambidiestro. Cuando fue al gimnasio se paró como derecho y le pregunté, lo trabajé como zurdo y así quedó zurdo. Tenía condiciones naturales para el boxeo. No te cerraba los ojos en toda la pelea, estaba siempre atento”. Y puede ir enumerando a unos cuantos que pasaron por su rincón.
PISAR EL LUNA
Para Roberto Petrini, hubo una noche soñada. Fue la del 7 de abril de 1984, cuando pisó el ring del Luna Park, el mismo que tantas veces vio desde las tribunas, y que ahora tenía como protagonista nada menos que a uno de sus discípulos. Aquella noche, Carlitos Cortes y Gustavo Ballas se enfrentaban, y los ojos del país boxístico estaban puestos en el templo del pugilismo argentino.
Aquella velada, Cortés fue despojado en las tarjetas luego de haber hecho un memorable combate y haber paseado a Ballas durante los 12 asaltos. La ovación final de la tribuna premió lo que los jurados no quisieron ver. La postal quedó inconclusa, pero Cortes demostró que se podía.
“ME QUEDÉ CON GANAS”
En una entrevista a este medio, dijo: “me quedé con ganas de más Alberto Cortes. Yo estaba capacitado para conducirlo, lo conocía como nadie. Pero también soy consciente que hay límites que tienen que ver con lo organizativo que uno no está en condiciones de solventar. Igual, me hubiera gustado acompañarlo en sus grandes presentaciones en el exterior, lo conocía mejor que nadie y le hubiera sido útil”.
Así, con una mezcla de bronca, resignación y tristeza, Roberto Petrini cuenta cómo y por qué tuvo que mirar por la tele las peleas antológicas de Alberto, manejado por rincones que ni siquiera hablaban en español. Pero simple como es, él se convence que hizo todo lo que pudo, y que tuvo noches de gloria: “En Alta Gracia organizamos grandes festivales incluso a nivel internacional. Alberto Cortes hizo dos peleas en el Deportivo Norte defendiendo el Título Latinoamericano ante un peruano (Lúquez). Con Carlos también tuvimos en el Colón un par de veladas internacionales”.
UN PETRINI AUTÉNTICO
A Roberto le preguntás por los mejores KO que vió desde un rincón, y no duda: “Si tuviera que elegir de lo que presencié, el de “Coco” Jaime en la Federación de Box, defendiendo el título Argentino con Rubén Paniagua. Fue un golpe al hígado. Letal. Seco. Terrible. De ese KO no me voy a olvidar nunca porque cayó como una bolsa de papas. De ése y de uno de Alberto Cortés en La Rioja, por el título Argentino con un mendocino. Fue un golpe impresionante, le amagó de zurda, le pegó con la derecha en la punta de la pera. Fue en el primer round. Lo desarmó, el tipo se desintegró. Fue espectacular”.De la vieja escuela, pero con conceptos que son atemporales, como cuando asegura que “Arriba del ring tenés que poner el corazón. Me gusta el boxeador que tenga corazón, que tenga cojones. Me gustan los Maidana, los Galíndez, la gente que va al frente. En el boxeo tenés que ser vos, no el otro.”