El diario "Clarín" en su edición digital publicó días atrás una nota de Adrián Michelena al técnico de Sergio "Maravilla" Martínez, Pablo Sarmiento, quien deja ver que el quilmeño es un superdotado físicamente y ahí marca la diferencia con el resto. Lo ocurrido el sábado en la pelea con Matthew Macklin le da la razón al hombre de Las Varillas. A continuación reproducimos la nota.
Cuán grande será Sergio Maravilla Martínez que hasta el apodo ya se le ve algo ajustado. Acaso, si de su físico brotan músculos e ideas, será porque tiene un rincón que lo ayudó a germinar. Porque campeón se nace. Y se hace en el gimnasio. Pues allí es adónde hay que apuntar. ¿Cómo se entrena Martínez? ¿Hace 1.500 abdominales por día realmente, como dicen? ¿Con qué fin se sube a una tabla de stand up sin saber nadar? ¿Cuán superior es su capacidad aeróbica a la de los demás? ¿Por qué ahora pega y voltea en Estados Unidos cuando en Argentina apenas luchaba por afirmar los golpes? Detrás de tantas preguntas, hay un apellido: Sarmiento, el maestro de Maravilla.
En realidad, son dos: uno es Gabriel y el otro es "el Hueso" Pablo, quien desde hace cuatro peleas lidera la esquina por la ausencia de su hermano cordobés. Justamente, este le atiende el teléfono a Clarín desde su gimnasio de Oxnard. Y revela secretos de la preparación de Martínez, monarca diamante mediano del Consejo Mundial de Boxeo en la previa de su defensa del cetro el 17 ante el inglés Matthew Macklin, en el Madison Square Garden. “Maravilla no parece humano. Yo le digo que pare a veces, pero él se exige demasiado. Nadie se entrena como él; quizá ni Pacquiao o Mayweather, no sé”, dice Sarmiento.
Nada de lo que se lea parece exagerado. A los 37 años, Martínez luce uno de los mejores físicos del planeta boxeo. Sarmiento, tras un rato de charla, arremete: “Es mentira que todos se entrenan; pasan videitos de dos minutos del gimnasio y te engañan. Yo he visto a Margarito, a Pavlik correr por donde lo hacemos nosotros y ni siquiera completaban una vez el circuito. Y Sergio lo corre tres veces, en 11 minutos la vuelta. Margarito, Pavlik y Chávez Jr. no podrían estar en mi gimnasio. Yo los echo”. El esfuerzo da resultado: Martínez contó alguna vez que a días de pelear tiene una capacidad aeróbica 10 veces superior a la de cualquier hombre normal.
Su preparación de siete semanas es total. “Primero maduré mentalmente y después física y técnicamente”, suele decir Martínez. Coincide con eso Sarmiento, quien apunta que se llegó hasta aquí porque “Sergio nunca dijo: ‘Acá no hay plata, yo no peleo más’”. Creció físicamente, claro. Ese flaquito exiliado del país, que dice que “comía de a saltitos, como un caballo de ajedrez”, en Europa y Estados Unidos ganó potencia con la dieta de proteínas de cinco comidas al día. “En Argentina nadie lo quería porque Maravilla no pegaba. Mi hermano hizo un extraordinario trabajo de pesas que no es de un día para el otro y ahora Sergio destroza a todos”, narra el entrenador.
Su rutina es de las más exigentes, de lunes a sábado, y dura desde las 4.30, cuando suena el despertador, hasta las 20.30, la hora de dormir. En los detalles está la cuestión. Por ejemplo, se sube (con el chaleco salvavidas) a una tabla de stand up y hace equilibrio durante 15 minutos para ejercitar todos los músculos; y ensaya infinitas series de 35 abdominales, soportando la caída sobre su abdomen de una bola pesada. “A este ritmo le quedan tres años en plenitud”, lanza Sarmiento.
Martínez parece tener el cuerpo perfecto: mide igual que Mike Tyson (1,78 metros) y tiene a favor 10 centímetros más de alcance de brazos.Vaya curiosidad.
Tras la pelea con Darren Barker debió hacer un tratamiento en España -hecho por Nadal- para recuperar el codo izquierdo y las rodillas. “Se mete en una cápsula hiperbárica y sale nuevo. Si está bien de la cabeza, es imposible ganarle: le huyen, juega y los pasa por arriba”, resume Sarmiento.