El sitio web "LA SAETA" publicó la nota de Andrés Mooney a Ckari Cani Mansilla, algunos de cuyos conceptos extraemos a continuación.
Aunque pensó que se moría, no le tiene miedo a la muerte. Y por eso la desafía. Tras sufrir un siniestro vial que casi le cuesta la vida, Ckari Cani Mansilla volverá este sábado a retar al destino: regresará al ring después de dos años y medio de inactividad.
Reconoce que es un bicho raro. Y no sólo porque decide calzarse los guantes a pesar de la grave lesión en el hígado que lo obligó a una embolización hepática, sino porque abraza a la política en tiempos en que esta parece mala palabra.
«Desde que salí del hospital, me estoy entrenando. Arranqué caminando, después con un turno y estuve así medio año. Hasta que me empecé a poner bien y largué con doble turno de entrenamiento. Lo consulté con los médicos del Hospital de Urgencias y del Sanatorio Allende, que son cirujanos y especialistas en hígado, y me dijeron que mi hígado funciona bien, las enzimas funcionan bien. Durante el accidente, tuve una lesión justo en la mitad del hígado, como si se me hubiera partido por la mitad. Pero no perdí ninguna parte, fue como una rajadura: cicatrizó y listo. Gracias a Dios, el hígado se regenera. A principio de año, desde el Urgencias me llamaron para un control y me dijeron que, si veían algo malo, me iban a llamar. Y no me llamaron. Así que acá estoy, por pelear, ja ja», le dice a "LA SAETA" el cordobés de 31 años que, el 15 de junio, mientras iba en su moto fue embestido por un camión, y que ahora se prepara para, en el hotel Quorum de su ciudad, enfrentarse a seis rounds al riojano Alexis Rearte.
— ¿ Por qué alguien que estuvo al borde de la muerte decide volver a boxear ?
— El día que choqué pensé que me moría porque, si bien no tenía ninguna quebradura, me empecé a sentir mal y sabía que algo no estaba bien adentro de mi cuerpo. Por el boxeo recibí muchos golpes, muchos en el hígado, en el vaso, en la boca del estómago, y el dolor que tenía no era parecido ni al peor gancho al hígado que me hayan metido. Entonces dije: ‘Puta, me hice cagar adentro’. Y así fue, tenía una hemorragia interna. Pero, una vez en el hospital, sólo pensé en salir de ahí, en recuperarme y volver a pelear. Creo que hay que vivir como si fuera el último día y que, para salir adelante en esta vida, hay que arriesgarse. No le tengo miedo a la muerte. Todos nos vamos a morir en algún momento y por eso hago lo que quiero hacer: quiero boxear y boxeo. Siempre fui el más chiquito, en todos lados, y tuve que pelear para ganarme un lugar.
— ¿Y qué dice tu familia ?
— Me apoya. Nosotros somos una familia de barrio. Mis viejos fueron siempre trabajadores independientes y laburan hasta el día de hoy. Mi papá, con 60 años, tiene un camión volcador y mi mamá, con 58, es pedicura. A lo largo de la vida se la jugaron innumerables veces por mis hermanos y por mí, y no hay nada más duro que la vida misma. Me acuerdo de que mi vieja cobraba la Asignación Universal por Hijo y con eso me pagaba los boletos del bondi para que pudiera terminar el secundario. Gracias a ella y a que había educación pública, pude estudiar la carrera de técnico constructor. Mi esposa, Tania, también me rebanca, somo un equipo. Si todos ellos me ven que entreno y saben que es lo que quiero, me acompañan. Mi hijo no se da cuenta todavía de que boxeo, pero me ve entrenar todo el día y me dice que no quiere ser grande porque los grandes «sólo trabajan y entrenan».
A continuación, el link para acceder a la nota completa en su sitio original:
LA SAETA - CKARI CANI MANSILLA