sábado, 26 de febrero de 2022

ADRIÁN SASSO: "DESDE QUE TENGO NOCIÓN QUIERO SER BOXEADOR"


El sitio web "OTRO PUNTO" publicó la nota a Adrián Sasso que reproducimos a continuación (Foto del mismo sitio).

Adrián Sasso es boxeador profesional y dos veces campeón sudamericano. Desde los 7 años vive, siente y respira boxeo. El destacado deportista riocuartense dialogó con Otro Punto, y con su humildad y carisma, contó sobre sus inicios en el deporte, sobre las dificultades que atravesó junto a su familia, la realidad del deporte en nuestro país, la experiencia de haber sido campeón sudamericano en dos oportunidades y sus proyectos para el futuro.
- ¿Cómo fue que de chico te empezaste a interesar por el boxeo?
- Mi viejo nació en Villa Mercedes y se fue a vivir de chico a Vicuña Makena y siempre le gustó pelear. Tenían un grupo en el colegio en donde siempre se agarraban a trompadas y había en ese momento un único entrenador de boxeo que se llamaba Pedro Manfrey. Y mi papá empezó a acompañar a los amigos y a ver desde afuera hasta que un día se animó a entrenar y comenzó su carrera como amateur. Después conoce a don Carlos San Miguel, un promotor de boxeo muy conocido de la región, el único promotor que trajo a pelear acá a Monzón con el “pirincho” Massi. El “pirincho” fue el último boxeador que le ganó una pelea al después campeón del mundo. Mi papá empezó a entrenar con él y se muda a Río Cuarto con mi mamá e hizo su carrera profesional. Por problemas económicos y porque la plata no alcanzaba decide dejar de boxear y 15 años después se abre un gimnasio en el que iban a entrenar mis hermanos, mi hermana, mi vieja y hasta yo.
El gimnasio cada vez fue creciendo más. Yo tenía 7 años y ya me sabía todos los ejercicios. Me acuerdo que mi papá me ponía a mí a enseñarles los ejercicios y a sacar los golpes en la bolsa a todos los que iban a entrenar, la gente no lo podía creer que un nene de 7 años les estuviera enseñando los ejercicios. Ahí empecé y no paré más. Mi viejo comenzó a sacar boxeadores para todos lados, a Córdoba, a San Luis, a los pueblos. Yo le llevaba el agua y la toalla a mi papá, y en cada pausa que había en el ring, me anunciaba el locutor y yo entraba todo vestido de boxeador a hacer sombra en las esquinas y tirar golpes y la gente se volvía loca y me sacaba fotos. Desde que yo tengo noción es que quiero ser boxeador, esto es de lo que quiero vivir y esto es lo mío.
Con la experiencia de mis hermanos, que siendo boxeadores nunca tuvieron nada, que no pudieron estudiar, y que siempre les costó mucho, mi vieja no quería saber nada con que yo quisiera ser boxeador. Quería que estudiara y esa fue siempre su idea y por eso discutían con mi viejo. Me enviaron a un colegio pupilo a La Carlota durante 3 años cuando yo tenía 14 años, después volví a Río Cuarto y tuve mi primera pelea y empecé a dedicarme a esto que amo.

- ¿Te acordas como fue la transición de pasar del amateurismo al profesionalismo?
- Me acuerdo de que cuando era amateur me iba a jugar a la pelota con los chicos y al otro día tenía que pelear, o durante la semana iba a entrenar a boxeo y también a fútbol, jugaba campeonatos de fútbol, si me tenía que tomar una cerveza o comer un asado lo hacía, y ahora siendo profesional me cuido mucho más. Necesitaba personalmente dar ese salto, había sido papá hacía muy poco, necesitaba dinero, y al momento que debuté quizá todavía me faltaba un año más de entrenamiento, pero yo quería pelear y pedí que apuraran la pelea.
Lo necesitaba porque si no tenía que dejar el boxeo, porque tenía una familia para mantener. Ahí comencé a trabajar doble turno y hasta triple turno. La dieta y la comida muy estrictas, a la noche llegaba y estaba a los cabezazos, no salía a ningún lado, y ahí me di cuenta que me estaba volviendo profesional. Y si quería ser profesional me di cuenta que tenía que sufrir eso, porque se sufre mucho todo ese sacrificio.

- Además de ser boxeador profesional ¿Das clases de boxeo actualmente?
- Sí. En Argentina tenemos un muy buen nivel de boxeo, pero pasa también que nuestro dinero no vale mucho. Hoy con el dinero de una pelea importante podes vivir dos o tres meses, pero después se acabó ese dinero, y si peleas dos veces al año, con esa plata te morís de hambre. Yo tengo un amigo que se llama Gonzalo Pastrana que siempre me insistía para que diera clases, que me conocía todo el mundo, que me iba a ir bien, que podía cobrar una cuota y también vivir de eso. Fue una ayuda a la que él me involucró y me animé y me largué. Ya era campeón Sudamericano cuando empecé las clases y durante un mes tuve cuatro alumnos. Empezamos a trabajar en las redes y ahora son 30, 40, 50 personas las que vienen a clases y es algo que me apasiona.
Yo entreno a gente que no compite, gente que quiere entrenarse, que quiere pegarle a la bolsa, que va por la gimnasia y yo les exijo, les pido siempre un raund más, los llevo a correr y que demos una vuelta más, y siempre apoyándoles para que se den cuenta de que pueden.

- ¿Cómo fue el momento en que ganaste por primera vez el título sudamericano?
- Cuando gané mi primer cinturón en el profesionalismo se me vino a la cabeza mi niñez. Mi familia siempre me estuvo apoyando, me acuerdo de mis hermanos que todos fueron boxeadores y todos eligieron el camino equivocado en sus vidas, yo tuve tres hermanos que estuvieron presos, dos hermanos que se fueron a la quiebra económicamente, y nunca fue todo color verde y lindo para nosotros. Me acordé de todos los problemas que mis viejos tuvieron que padecer. No había un año en que los viera sonreír, siempre yendo de acá para allá, renegando, angustiados o mi vieja llorando, todo el tema de mis hermanos, y cuando empecé a boxear, a dedicarme a esto, a tener un grupo de amigos sanos, y empecé a ver a mis viejos con otras actitudes y a verlos disfrutar más.
Lo primero que hice cuando gané el titulo fue mirar a mis viejos, y vi a mi vieja por primera vez llorando de alegría y no de tristeza. Mi niñez fue lo primero que se me vino, todos los momentos feos que pasamos, y que en ese momento estuviéramos todos disfrutando fue lo más lindo. Me acordé de cuando mi viejo me vendaba o me llevaba a ver peleas de muy buen nivel y yo le decía “papi, algún día yo también quiero ser un campeón”. El primero siempre va a ser el más recordado y el más lindo.

- ¿Y de qué manera te encontró esta última victoria en donde recuperaste el cinturón y saliste campeón sudamericano por segunda vez?
- Cuando perdí el título no estaba bien psicológicamente. Me arriesgo a decir que estaba mejor físicamente cuando perdí el título que en esta última pelea en donde lo gané, pero en aquella pelea no estaba bien psicológicamente y en esta oportunidad llegué mucho más fuerte de cabeza. Hoy estoy trabajando con un psicólogo deportivo que se llama Cristian Olguín, y cuando terminó la pelea se lo dije. En la pelea que perdí el título había tenido unos dos o tres problemas graves, había ido a Oncativo a pelear y perdí el cinturón, antes de subir al Ring estaba pensando en mis problemas, después en el sexto round me di cuenta de que iba a perder el cinturón y logré cambiar mi actitud y emparejar la pelea, que desde mi punto de vista la había ganado, pero no se dio así.
Ahora fue todo lo contrario. Me había entrenado bien, llegué a Carlos Paz y estaba toda mi familia, mi mujer, mi hija, mi psicólogo, mi nutricionista, mis dos preparadores físicos, los que me habían visto en las malas y nunca me soltaron la mano, cuando estaba por empezar la pelea llegaron tres autos con la hinchada que siempre van y me hacen el aguante, estaban también mis alumnos que son personas muy importantes con las que comparto muchas horas de mi vida y todo eso fue muy importante. Yo dije estamos todos, esto es perfecto, todos me vienen a alentar y sabía que era la noche. Ese cinturón lo íbamos a recuperar, nunca lo tendríamos que haber perdido y sabía también por lo que iba a tener que pasar esa noche. Sabía que no podía hacerme el boxeador exquisito que soy siempre, de caminar hacia atrás y moverme, porque el título estaba bacante, no había un favorito y el que lo quería lo tenía que ganar. Salí a trabajar y a laburar desde el primer round, a partir del tercero me di cuenta que podía ser superior a mi rival, que es un rival muy fuerte y súper respetable, y que se lo dije al finalizar la pelea, porque sabía que es un rival muy duro y no se iba a dar por vencido hasta el final.
Fue una revancha, que me lo tomé muy personal también, y que a la vez lo disfruté muchísimo porque yo sabía que tenía que volver a ser campeón.

- ¿Y ahora qué tenes pensado hacia adelante?
- A esta altura de la carrera uno piensa en la gloria y en querer ser campeón del mundo. Pero también se toma el deporte como un negocio, nuestro dinero no es mucho, es un buen dinero, pero no te alcanza, y mi idea es poder pelear a nivel internacional. Ya me llamaron tres veces para pelear en otros países, a Canadá, a Inglaterra y ahora recientemente a Alemania después de la pelea. No hay nada cerrado todavía y de eso se encarga mi promotor. Lo que más me interesa es aspirar al ámbito internacional y comenzar a ganar mi dinero, que me lo merezco. Tengo sueños por cumplir, quiero hacer mi casa, progresar económicamente y después de tanto esfuerzo espero que haya una recompensa económica a tanto trabajo.
Uno deja muchas cosas de lado por el boxeo, imagínate que este fue el primer año que pude llevar a mi hija a la escuela. Todo ese tiempo que uno a veces esta fuera de casa me gustaría recompensárselo y que ellas tengan su casa y sus cosas.
En abril por contrato tengo que defender el cinturón, lo iba a hacer acá en la ciudad, pero me lastimé la mano en los últimos golpes así que reveremos eso y después de defender el cinturón me quiero medir con los mejores, quiero ir a pelear a Estados Unidos y a Europa.

- ¿Qué sentís al ver que la gente de Río Cuarto te apoya, te conoce, te pide fotos, te saluda por la calle, reconoce tu trabajo y tu esfuerzo y celebró mucho este título?
- Me genera una alegría enorme que después de tanto trabajo y tanto sacrificio la gente me recompense de esta forma. A mí me ha pasado de tener compañeros que han sido mejores que yo boxeando y que hoy no están, por eso soy un bendecido y un agradecido. Y disfruto que la gente me pida una foto, me salude por la calle, me pidan videos, y todo eso me hace muy feliz. Ojalá siga haciendo las cosas bien y siga creciendo.

A continuación el link para leer la nota en su sitio original:
Adrián Sasso: “Desde que tengo noción quiero ser boxeador”