El Suplemento "LA VOZ DEPORTIVA", del diario de San Francisco "LA VOZ DE SAN JUSTO", publicó la nota a Abel Isaac Casco que reproducimos a continuación.
Hace prácticamente dos años atrás, dos derrotas en continuado lo bajaron del ring frenando su carrera pugilística profesional en la que realizó 20 combates (11 triunfos, 5 derrotas, 3 empates y 1 sin decisión). Claro que aquellos resultados adversos no fueron determinantes en ese desenlace, más bien, su descontrolada vida personal fue la que conspiró contra su etapa deportiva.
Carismático, valiente, sin virtudes técnicas descollantes, pero con un enorme corazón, un auténtico boxeador de barrio, fue siempre protagonista convocante en cualquier velada, de ahí que sinceramente se lo extraña.
Hoy luce bastante kilos de más, lejos del peso de su división (ligero) y de los días de bolsa y puching ball, pero paradójicamente sigue con los guantes puestos y conservando su innato coraje. Es que desde hace unos siete meses comenzó a librar sin dudas la pelea más importante de su existencia, la lucha contra su adicción a la cocaína.
Lejos quedaron aquellos dolorosos combates que lo retiraron de la actividad. La derrota por el título provincial en el estadio del club El Tala ante Luques Castillo y su posterior caída por nocaut en Neuquén ante el “Rayo” Godoy, en junio de 2014.
“Ambas peleas las perdí porque en ese momento había tocado fondo por el problema de mi adicción a la cocaína. Con decirte que cuando fui a Neuquén antes del pesaje me drogué y después también. Lo mismo hice cuando peleé acá con Luque Castillo que me pegó y me ganó muy bien. Estaba de “la cabeza”, no entendía la idea de mi entrenador, no sabía cómo estudiarlo, yo sólo quería terminar la pelea e ir a consumir”.
“Igualmente después entrené por un mes más, pero seguí consumiendo por lo que me interné primero en el hospital por 28 días y después en Rosario ayudado por Marcelo Banegas”.
“Estuve dos semanas, cuando regresé volví a caer y todo fue cada vez peor. Quise recuperarme solo pero no pude. Hasta que llegué a Nazareth donde Susana Aimar es la directora que agilizó los trámites para que empezara con las reuniones. El click lo hice interiormente cuando mi novia me descubrió comprando la droga, justo el fin de semana antes de arrancar mi rehabilitación”.